martes, 4 de agosto de 2015

Sin infancia sin adolescencia

Hace muchos años que nuestras nuevas generaciones se quedaron sin infancia y sin adolescencia, pasan a la edad adulta con una inmadurez que está generando muchos problemas personales y sociales.

¿Desde qué año no tenemos programación infantil en televisión? ya hemos perdido la cuenta. pero no se habla de ello en ningún debate, y si alguna vez se menciona pasa sin pena ni gloria y nadie reacciona. A los políticos no les interesa, ¡pero claro! ¿cómo les va a interesar? Si la ciudadanía está imbuida en programas televisivos completamente inmorales, además como la base de la sociedad que es la familia, está cada vez más des-estructurada, permitiendo y aceptando nuevos estilos de vida, donde cualquier cosa vale, ¿por qué los políticos se van a interesar por el bien común? nuestros niños pasan del seno materno a las maquinitas, con lo cual la creatividad natural se ha perdido, a la televisión que crea pasividad mental y lo da todo mascado, engullido y digerido, ¿para qué pensar? De las maquinitas a los móviles, que a estas alturas la comunicación verbal es cada vez menor, y si encima el lenguaje escrito es cada vez peor, cuando llega el momento de la edad adulta, el comportamiento es de un niño sin sentido de frustración, cada vez más analfabetizado, y cada vez mejor manipulado a través de los medios de comunicación según convenga a quienes tienen el poder.

¿En que momento del camino perdimos las generaciones que nacimos en los años 40, 50 ó 60 el sentido común, perdiendo el sentido del deber para poder reclamar derechos, el de la responsabilidad para afrontar consecuencias de nuestros actos, el respeto y cariño por nuestros mayores, el mejor legado que hemos podido recibir, el respeto por la dignidad humana para respetar la vida de todos los eres humanos, los que están por nacer como los mayores en su etapa final de su existencia? En definitiva, la humanidad del corazón.

Cada día la búsqueda del hombre o de la mujer de nuestra vida es más difícil y complicado encontrarlo. Vivimos en una sociedad desconfiada por necesidad, el hombre no confía en la mujer y la mujer no confía en el hombre, se ha hecho pedazos la complementariedad que nos equilibra para generar esperanza de futuro.

Las nuevas generaciones solo piensan en el aquí y ahora, solo placer y complacer nuestros instintos y necesidades  innecesarias, sin pensar ni siquiera en el futuro más inmediato; pero cuando hay que enfrentar las consecuencias de nuestros actos, somos incapaces de afrontarlas con responsabilidad, ¿qué es eso? y las consecuencias están siendo cada vez más catastróficas.

¿Qué legado van a recibir nuestros nietos y bisnietos, ¡si lo hemos hecho tan mal con nuestros hijos!

Los que aún no hemos perdido la esperanza, nos toca ser valientes, no callarnos, hablando bien de lo bueno, participando activamente en actividades que no se alejen de la VERDAD, con mayúsculas. Estamos en plena batalla campal entre el bien y el mal, entre lo que es bueno y lo que es malo para los hombres, pues ánimo, porque haciendo cada uno lo que pueda, el fin será el bien para todos.

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